¿Quien soy realmente?
- Flavia Damino
- 30 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Hace algunos años me esforzaba por ser lo que otros esperaban de mi. Pensaba y analizaba cada palabra y cada acto, pero lo que mas me gustaba era estar sola, porque solo así podía ser yo misma, podía cantar, bailar y hacer cualquier cosa sin vergüenza ni temor.
Y lo mas frustrante era que, a pesar de mis esfuerzos, nunca lograba hacer las cosas bien, (es imposible hacer las cosas bien cuando se espera la aceptación del mundo entero).
Con el tiempo y con la experiencia de muchas cosas vividas, entendí que el mejor camino es tan simple como ser uno mismo, sin dañar ni molestar a nadie, pero tomando la precaución de alejarnos de quien nos daña a nosotros.
A pesar de haberlo entendido, no siempre logro aplicarlo y gracias a mi auto exigencia muchas veces me pregunte si soy una buena profesora de yoga. En general los profesores y maestros que conozco son un poco distantes y saben casi nada de sus alumnos y eso me hacia dudar de mi misma. Hay algo natural en mi que hace que quiera conocer a cada uno de mis alumnos, los observo, los escucho y trato de darle a cada cual las herramientas que necesita para encontrar su propio camino. Las palabras de Oscar Montero (maestro de yoga y vedanta) me hicieron ver que ser distinto, algunas veces, es el camino correcto.
Oscar Montero: "Hoy en día ya nadie habla con su profesor de yoga, cuando antes se
convivía durante años para aprender de el.
El yoga es un estilo de vida y no se ocupa solo de enseñar posturas.
Un buen profesor te debería ayudar a lidiar con tus limitaciones, tus creencias, tu ego,
la relación con uno mismo y con los otros, etc.
De este modo se puede trasladar lo aprendido a la vida cotidiana y encontrar la calma."
Hoy amo mi vida, valoro cada uno de mis logros (incluyendo a los mas pequeños), valoro a todas las personas que me rodean, agradezco cada día por el aire que respiro, por tener agua potable en las canillas, por las plantas que crecen sanas en mi jardín, por tener un techo y alimento cada día (parecen cosas simples pero son muchas las personas que no tienen nada de eso).
Agradezco cada minuto por estar viva y sana, pero sobre todo agradezco cada experiencia y cada persona, sean buenas o malas, porque es gracias a todas ellas que hoy soy quien soy, gracias a las cosas buenas tengo recuerdos bellos, y gracias a las malas aprendí a agradecer por lo bueno y a disfrutar de cada instante y aprendí que la felicidad es una elección, que la libertad es algo que solo depende de mi y que ser mejor cada día es un trabajo que requiere mucha constancia y algo de esfuerzo pero los frutos que se recojen valen la pena.
De nada sirve estar en tu lecho de muerte para valorar las cosas y para arrepentirte de no haberlas disfrutado, el momento de vivir es hoy.
Gracias a la vida, gracias, gracias, gracias.
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